lunes, 14 de abril de 2008

NEURONA TRASHUMANTE

Tenemos pruebas hasta el hartazgo de que los hombres políticos –al menos los de córdoba, pues son los únicos que conozco de cerca-, se rigen por intereses circunstanciales y no por principios ideológicos (la generalidad, aclaro por si las moscas).

Dicen que en tiempos antiguos un obispo le ordenó a un bárbaro converso: “Quema lo que has adorado y adora lo que has quemado”

Si realizo una traslación algo forzada a nuestros pagos y dedicada a nuestros coterráneos, tal vez sonaría así:

“Reniega desde el poder lo que predicaste desde la oposición”

Rubén Raúl Guillet – Villa Argentina

RESPONSABILIDAD Y TAREA DE TODOS

En respuesta a la nota de un periodista de LA VOZ DEL INTERIOR incitando a sus lectores a que se expresasen sobre la violencia en las escuelas, le hice llegar el siguiente comentario personal:

La violencia campea en toda la comunidad argentina y se manifiesta en múltiples formas.
Si la escuela es una de las tantas expresiones de socialización de los argentinos, va de suyo que la misma no puede resultarle extraña.
La cuestión central es como la embretamos desde la sociedad para que tal política repercuta en el ámbito escolar.
Si logramos descifrar las motivaciones que la engendran –psicológicas, raciales, de status, económicas, de clases, ideológicas­- habremos avanzado en el diagnóstico pero el remedio estará incompleto si no actuamos con decisión desde el Estado y los grupos sociales para erradicarlas o, al menos, atemperar su incidencia.
El ejemplo debe comenzar e imponerse desde arriba: el poder político, los formadores de opinión, los mass media, los líderes comunitarios –hoy debemos incluir muy a nuestro pesar- a los ídolos deportivos y a los personajes de la farándula. Tales estamentos ejercen, en especial los dos últimos, un poder hipnótico sobre los adolescentes y jóvenes en quienes inciden pautas de comportamiento y valoraciones reñidas con las más elementales normas de una comunidad organizada.
¿Cómo salimos de este atolladero?
No precisamente con sólo buenas intenciones, programas escolares apresurados como respuestas evasivas a una dramática realidad o apelaciones al trasfondo de la nobleza humana, etc.
Vuelvo al principio, es toda la sociedad quien debe reeducarse en valores y comprometerse en superar estadios de confrontación avivados por las injustas desigualdades que todo lo aniquilan. Y será una tarea ardua y prolongada, mal que nos pese.